Cómo Controlar el Destino

 

El mundo exterior, es decir todo aquello que percibimos con nuestros sentidos, es el reflejo de nuestro mundo interior. Los dos están íntimamente unidos y relacionados, uno es la causa y el otro es el  efecto; cambias uno y automáticamente afectarás al otro: Recibes una noticia agradable, algo que anhelabas (mundo externo), entonces tu actitud (interior) es vibrante, te sientes feliz; supongamos ahora que te peleas con tu pareja, tu actitud entonces será de tristeza o quizás te sientas enojado, decepcionado.

En ambos casos la causa fue un evento exterior y el efecto se sintió en el interior. Pero aquí está el secreto para controlar nuestro destino y nuestro futuro, podemos invertir las cosas y poner las causas en el interior para dejar que los efectos se reflejen en el exterior.

Comienza imaginando cómo quisieras que fuera tu vida, luego analiza cual sería tu actitud si aquello ya fuera una realidad, como verías el mundo desde esa perspectiva y entonces sabrás cual es la actitud (causa) que debes comenzar a adoptar y cultivar.  Supongamos que quieres encontrar el amor de tu vida, entonces, debes cultivar la alegría y la felicidad porque esa sería tu actitud si estuvieras en su compañía. Crea la causa en el interior, busca la forma de sentirte feliz e ignora completamente las circunstancias que te alejan de esa actitud, enamórate del mundo, y luego el efecto le seguirá.

Por mi propia experiencia te digo que así es como funciona porque he visto esta ley actuar muchas veces en mi vida. Quizás los resultados no los veamos inmediatamente, pero de seguro aparecen.

La mayoría de las personas no creen o no saben esto y hacen justamente lo contrario, manteniendo la misma actitud esperan que las cosas externas cambien;  ignoran que es mucho más fácil comenzar por mejorarnos nosotros primero, cambiar el pesimismo por la fe, la negatividad por esperanza, la tristeza por alegría.  Con una actitud renovada, las circunstancias serán distintas, recuerda que cosechas lo que siembras. Si sembramos tristeza no podemos esperar cosechar alegrías, si sembramos odio no podemos cosechar amor. Es por simple ley universal, cosechamos lo que sembramos.

Por eso, comienza hoy mismo a cosechar alegría. No esperes que las condiciones sean diferentes para ser feliz, sé feliz y las condiciones serán diferentes.  Mejora tu actitud y para ello elije tus pensamientos, nunca entretengas nada que sea negativo, deja de lado las críticas, el resentimiento, la rabia y dirige tu vista solamente hacia el amor, la bondad, la paz.  Si tus pensamientos son positivos, tu actitud también lo será y esto sin duda cambiará tu destino.

Pruébalo, crea la causa en el interior y verás el efecto reflejado afuera. Entonces comprenderás que la vida es felicidad y que somos capaces de hacer milagros porque somos auténticos hijos de Dios.


Marcela Allen Herrera


 



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