¿Por Qué No Soy Feliz?

Es posible creer que si hoy no somos felices es debido a alguna circunstancia específica que experimentamos, problemas económicos, con nuestra pareja, la pérdida de un ser querido, recuerdos de un pasado doloroso, etc. No obstante, si lo analizamos más detenidamente, nos daremos cuenta que lo que nos hace sufrir no son las circunstancias en si mismas, sino lo que nos decimos a nosotros sobre ellas, es el diálogo interno lo que nos perturba, en otras palabras, lo que verdaderamente nos causa infelicidad es la mente. 

La mente recibe pensamientos negativos que la llevan a estados de menor vibración como el temor, la ira, los resentimientos, la envidia, etc. Si pudiéramos eliminar esos malos pensamientos la mente quedaría limpia y percibiríamos un estado de paz y tranquilidad. Descubriríamos que, sin importar las circunstancias externas, es posible ser feliz.

Limpiarse de los malos pensamientos requiere gran esfuerzo, al menos al principio. Nuestra mente constantemente produce miedos e inseguridades, los cuales se originan porque hay un sentido de separación, tanto con nuestra Fuente como con los demás: el “Yo” “Mío”; el “Nosotros”, los “Otros” “Los Enemigos”. Es en este sentido de separación donde aparecen las emociones negativas, los celos, la ira, la envidia, etc.  y estos estados negativos, luego se expresan en acciones.



 

Por eso es importante no identificarnos con nuestra mente, con los miedos o malestares que produce, es decir no identificar el Ser real con el instrumento que utiliza – la mente. Al hacer esta distinción, inmediatamente tendremos una sensación de alivio y será más fácil renunciar a seguir el hilo de la conversación interna negativa, es decir no seguirle “la corriente” a lo que nos dice nuestra mente.

Por ejemplo,  si me siento enojada o triste por alguna situación específica, inmediatamente debo hacerme consciente que “Yo No soy mi enojo”, “Yo No soy mi tristeza” son solo una emoción pasajera, la observo como si fuera una nube que pasara por mi interior, comprendiendo que mi  YO real no está enojado, ni triste sino que es solo mi limitada mente que se siente amenazada y trata de hacerme reaccionar.  Acepto lo que sucede en mi interior, no lo niego ni lo reprimo: “Estoy enojada”, pero no reacciono, tomo un tiempo antes de contestar.  “Estoy triste”  pero no echo leña al fuego trayendo a mi mente más recuerdos  dolorosos o situaciones que aumenten mi tristeza, simplemente tomo distancia y me separo de las emociones negativas; si no las alimento desaparecerán. De esta manera quedo en paz porque me desidentifiqué antes de reaccionar y no generé ninguna situación desagradable ni en mi entorno, ni en mi interior.

Esa aceptación también la aplico en todas las situaciones que experimento, incluso las que me parecen difíciles o injustas, en lugar de calificarlas como “malas o negativas” (que es lo que mi mente me dicta), aprendo a ver el verdadero significado de lo que sucede, entendiendo profundamente que todo lo que vivimos representa un paso adelante en nuestra evolución y nos acerca a nuestro verdadero destino, que es despertar a nuestra naturaleza divina. Recordemos el proceso que el gusano debe experimentar para convertirse en una hermosa mariposa.

Finalmente debemos tener siempre presente que no hay “YO” ni “Tu”, ni los “Otros”, todos somos Uno, tener esto presente nos ayuda a mirar el mundo desde otra perspectiva y evitaremos que se generen los sentimientos negativos que provocan el sufrimiento.

“Cuanto más limpiamos la mente de los malos pensamientos, más intensamente percibiremos un estado de tranquilidad y felicidad”.


 

 

¡ Suscríbete a nuestro blog!

¡Regístrate para recibir Felicidad en tu correo electrónico!

No enviamos spam. Lee nuestra política de privacidad para obtener más información.

Te puede interesar...