Las limitaciones pueden ser superadas a través del reconocimiento de la verdad. Cuando decimos esto, se da por sentado que se harán todos los esfuerzos en el plano físico. Es necesario bañarse, hacer ejercicio y respirar aire fresco para estar bien y si queremos tener éxito, es igualmente necesario, trabajar duro y dar el mejor servicio que seamos capaces a cambio de lo que recibimos en forma de suministro. Si tienes un jardinero, debes pagarle. El dinero que le pagas es parte de lo que tú has ganado con el sudor de tu cerebro. Por lo tanto, intercambias el trabajo de tu cerebro por el trabajo de sus manos y ambos se ayudan mutuamente y se benefician, tanto dando como recibiendo y cada uno sirviendo a la vida de acuerdo con su capacidad.
Si damos todo esto por sentado, pasaremos al lado metafísico de nuestro tema. Esto, por cierto, es el más importante, no obstante, el trabajo práctico externo, es indispensable.
Para superar las limitaciones es necesario conocer la Verdad y vivir en la conciencia de ella. Por ejemplo, si la mala salud es nuestra limitación, entonces, para ser libres es necesario que vivamos en la conciencia de la totalidad de Dios y su Idea Divina. Si nuestra limitación se refiere a medios restringidos, es necesario que vivamos en la conciencia de la naturaleza inagotable e ilimitada de la Sustancia a partir de la cual el Creador trae todo a la manifestación. Si nuestra limitación es la falta de armonía y la infelicidad, entonces debemos sintonizarnos con la armonía divina de tal manera y en tal medida, que cause que se refleje en la vida externa.
No importa cuál sea nuestra limitación, podemos encontrar la liberación y la salvación al mirar a nuestra Fuente Divina, comprendiendo de que en la Realidad Perfecta se satisfacen todas nuestras necesidades y luego vivir en la conciencia de esta verdad.
La mala salud es, aparte de las causas físicas, un signo externo de una guerra interna o falta de armonía, causada por pensamientos, emociones, creencias y actitudes erróneas de la mente y el alma hacia la vida y hacia Dios. En otras palabras, la vida se vive en una conciencia de “error” de enfermedad y dolencia.
Primero, la vida interna tiene que ser ajustada de tal manera que armonice con las leyes de nuestro propio ser y el propósito divino de la vida. Debe haber una rendición interna al principio del amor, después de lo cual los pensamientos deben ser controlados para que las emociones que destruyen la salud ya no puedan perjudicar la salud.
Además, toda la conciencia debe, tan a menudo como sea posible, elevarse al reconocimiento de la perfecta Totalidad, que es la realidad. Si se persevera en este curso, una conciencia de salud y totalidad se convierte en un estado mental permanente, con el resultado de que la salud se manifiesta en la vida.
La vida externa es siempre un reflejo o manifestación externa de lo que somos en nuestro interior, o nuestro estado de conciencia. Por lo tanto, todo depende en qué tipo de conciencia es en la que vivimos.
Aquel que vive en la atmósfera mental de la Totalidad Divina, salud y armonía, inconscientemente dirige todas las fuerzas internas de la naturaleza hacia canales de salud. Por otro lado, el que vive en una atmósfera mental de mala salud, como suelen hacerlo las personas enfermizas, dirige inconscientemente todas sus actividades subconscientes de tal manera que produzcan enfermedades y dolencias.
Ahora bien, con respecto a la falta de medios, este estado también se puede superar espiritualmente, solo viviendo en una conciencia superior de abundancia y plenitud. Esto, inconscientemente, afecta cada acción de manera tal que se logra un mejor estado. Por otro lado, el que vive en una atmosfera mental de limitación y carencia, dirige inconscientemente todas sus acciones hacia la producción de la penuria y los medios restringidos en su vida. La misma regla se aplica para cualquier limitación que exista en la vida de uno.
La libertad solo puede obtenerse comprendiendo la verdad sobre la vida y el ser. Cuando nos damos cuenta de la verdad, vivimos en la consciencia de ella y nos hacemos obedientes a las leyes de la vida y el ser, la vida se vuelve cada vez más libre.
Esto no quiere decir que, si somos de rasgos poco atractivos y una figura gordinflona, nos vamos a volver agraciados y hermosos; pero sí significa que estas llamadas desventajas, ya no nos encadenarán, y los demás verán en nosotros algo mucho más allá que la simple regularidad de las características y la belleza de la forma. Cuando el alma está feliz y la vida llena de amor, el rostro más común se vuelve atractivo.
Tampoco significa que no sufriremos dolores y tristezas, dificultades y adversidades, pero sí significa que dejaremos de intensificar estas cosas y crear más problemas al tomar la disciplina de la vida con el espíritu equivocado. También significa que seremos capaces de superar todas las dificultades y pruebas de la vida, nos convertiremos en un vencedor en la lucha y, al hacerlo, desarrollaremos el carácter. Por lo tanto, las tormentas de la vida, en lugar de destruirnos, solo pueden hacernos más fuertes. Entonces, nuestro destino no depende de las tormentas de la vida, sino de cómo las enfrentamos. Si nos rendimos ante ellas, o, pensando que son malas y no son una disciplina necesaria, nos rebelamos y nos resistimos y así naufragamos en una costa desolada.
Sin embargo, si estamos armados con el conocimiento de la verdad, podremos fijar nuestras velas de tal manera que podamos hacer que realmente las tormentas de la vida nos dirijan hacia el puerto deseado.
El primer paso en la dirección del conocimiento de la verdad, es el pensamiento correcto. Cada pensamiento negativo debe transmutarse en su opuesto positivo, por ejemplo, el odio y la aversión en el amor y la buena voluntad; el miedo en segura confianza; la pobreza en abundancia; el mal en el bien absoluto, y así sucesivamente. Se verá que esto no es fácil, pero es posible, y el poder de controlar los pensamientos aumenta con el paso de los años, si uno persevera continuamente.
Naturalmente, un principiante no puede esperar poder ejercer el mismo control que alguien que ha estado perseverantemente buscando el dominio de sí mismo durante años, pero puede hacer un progreso sustancial y aprender día a día.
El resultado de pensar de esta manera es sorprendente. La reversión del pensamiento al principio puede parecer la simplicidad misma, y que no lleva a ninguna parte en particular, pero después de un tiempo la inmensidad del asunto se vuelve casi asombrosa.
El cultivo y la práctica del pensamiento correcto conducen gradualmente a un conocimiento de la Verdad. No a un conocimiento intelectual de la verdad, sino una realización, por el alma, de la Verdad. Este es el conocimiento de la Verdad que libera al hombre. Entonces podemos mirar a través de todas las edades y saber que todo está bien. La pesada carga que nos ha oprimido durante tanto tiempo, sale de nuestros hombros y nos liberamos.
Henry Thomas Hamblin / Traduccion de Marcela Allen
Libros de Henry Hamblin -Wisdom Collection