Los miedos y las dudas repelen la prosperidad. La abundancia no puede llegar a una persona que tiene esa actitud mental. En el ámbito mental, las cosas que son diferentes se repelen entre sí.
Intentar ser próspero mientras se habla de pobreza, pensar en la pobreza, temerla, decir que siempre será pobre, es como tratar de curar la enfermedad pensando siempre en ella, imaginándola, visualizándola, creyendo que siempre estará enfermo o que nunca estará completamente sano.
Nada puede atraer la prosperidad, sino lo que tiene afinidad con ella: el pensamiento próspero, la convicción próspera, la fe en la prosperidad, el anhelo de prosperidad. La opulencia sigue una ley tan estricta como la matemática. Si obedecemos la ley, obtenemos el flujo opulento. Si desobedecemos la ley, cortamos el flujo.
La mayoría de nosotros aprovechamos el gran suministro de vida insertando un pequeño tubo, y luego incluso apretamos esto con nuestras dudas, miedos e incertidumbres.
Una pobre mujer que había vivido toda su vida en el campo, se mudó a una pequeña aldea progresiva donde, para su gran sorpresa, su nuevo hogar estaba iluminado por la electricidad. Ella no sabía nada sobre electricidad, nunca antes había visto una luz eléctrica, y las bombillas que estaban instaladas en la casa, le parecían asombrosas.
Un día pasó un hombre vendiendo un nuevo tipo de bombilla eléctrica, y le preguntó a la mujer si le permitía reemplazar una de sus pequeñas bombillas con una de las suyas, solo para mostrarle lo que haría. Ella consintió, y cuando lo representó se quedó paralizada. Le parecía simplemente mágico que una bombilla tan pequeña podría dar una luz tan maravillosa, casi como la del sol. Ella no podía creer que la fuente de la nueva iluminación había estado allí todo el tiempo, que el enorme aumento la luz provenía de la misma corriente que había estado alimentando sus pequeñas bombillas, ella simplemente no lo sabía.
La limpieza necesaria para recibir la prosperidad, está en nosotros mismos. Debemos conquistar la pobreza interior antes de poder conquistar la pobreza exterior. La verdadera prosperidad es la conciencia interna de la opulencia espiritual; no podemos sentirnos pobres cuando somos conscientes de estar rodeados del suministro total, que Dios es nuestro compañero, nuestro Pastor, y que no podemos tener necesidades.