No importa cuán grandes sean o hayan sido los obstáculos entre tú y tu meta, no les eches la culpa de tu fracaso. Otras personas han sido capaces de superar obstáculos igual de grandes.
Si puedes, elimina esos obstáculos del camino y deja el paso libre para los demás, o diles una forma de evitarlos. Incluso guíalos y camina con ellos un poco y anímalos. Pero en lo que a ti respecta, no te detengas a poner la culpa de algún mal paso o desánimo o derrota, en las circunstancias o el entorno.
La grandiosa naturaleza crea su propio entorno y domina las circunstancias. Todo depende de la cantidad de fuerza en tu propia alma. Utiliza tu fuerza interna, no te conviertas en un chivo expiatorio del “destino”, y a medida que avanzas, intenta mejorar las condiciones del mundo, teniendo siempre compasión por la debilidad de los demás.
Tú eres un ser fuerte y completo. Puedes saltar por encima de la gran roca que ha caído en el camino hacia el éxito y seguir tu camino hacia tu objetivo, con más fuerza por la experiencia. Pero detrás de ti viene una persona con una sola pierna, una persona ciega, alguien agachado a tierra con una pesada carga que no puede soltar. Se necesitarán semanas, meses, años de esfuerzo de su parte para poder escalar esa roca que tú superaste en unas pocas horas. Por lo tanto, es correcto y justo que llames a otros fuertes en tu ayuda y muevas la roca o la apartes del camino.
Esa es exactamente la forma en que deberías pensar de las condiciones comerciales actuales. A pesar de ellas, el alma fuerte, equilibrada, seria y decidida puede alcanzar cualquier éxito deseado. Es posible que en tu avanzar encuentres piedras en el camino que no pertenecen allí, piedras que hacen que cientos de peregrinos, cojos, ciegos o agobiados, caigan a un lado del camino y perezcan. Es tu deber ayudar a eliminar estos obstáculos y hacer de la ruta una vía segura y despejada para todos los que viajan.
No te sientes al lado del camino y digas que has sido obstaculizado por estas dificultades, es decir, que te confieses un ser débil.
Tampoco saltes sobre esos obstáculos y corras hacia tu meta diciendo fríamente a la multitud detrás de ti: “Oh, todos pueden saltar por sobre esa roca si realmente lo intentan” Eso es anunciarte egoísta y poco compasivo.
Sin duda, los cojos, los ciegos y los agobiados podrían alcanzar la meta, a pesar de las rocas y obstáculos, si fueran empujados por la conciencia de la Fuerza Divina dentro de ellos; esa conciencia puede lograr todas las cosas en todas las circunstancias. Pero siempre habrá miles de peregrinos, que no han llegado a este reconocimiento, esforzándose fatigosamente por alcanzar la meta. Si se les imponen restricciones injustas, indebidas y poco compasivas, asegúrate de hacer todo lo que esté en tu poder para corregir lo que está mal.
Cree absolutamente en tu propio poder dado por Dios para superar siempre cualquier cosa. Piensa en ti mismo haciendo milagros con la ayuda de Dios. Desea el éxito tan intensamente que lo atraigas como el imán atrae el acero.
Ayuda a ajustar las cosas a medida que avanzas, pero ni por un momento creas que las condiciones externas pueden hacer que tú fracases.
El Corazón del Nuevo Pensamiento, por Ella Wheeler, 1903