Por Prentice Mulford.
Las personas se enferman y pierden vigor a raíz de mantener continuamente los mismos pensamientos destructivos; no se dan cuenta que el pensamiento es el alimento del espíritu, tanto como el pan es el alimento para el cuerpo. El pensamiento antiguo es literalmente una sustancia o elemento viejo, rancio. No nutre adecuadamente el espíritu.
Si el espíritu está hambriento, el cuerpo va a sufrir. Se convertirá en un fósil, semi-animado o, si el espíritu es lo suficientemente fuerte como para hacer valer sus demandas – causadas por los padecimientos de su hambre – habrá constante agitación, inquietud y alguna forma de enfermedad corporal. A partir de estas causas son miles que sufren hoy en día. Ellos “afligen el espíritu”.
Un nuevo pensamiento es vida nueva y la renovación de la vida. Una nueva idea, plan o propósito nos llena de esperanza y vigor. Uno de los secretos de la eterna juventud y la felicidad, es estar siempre empujando hacia delante, hacia lo nuevo, “olvidando ciertamente lo que queda atrás y extendiéndose a lo que está adelante.” La eternidad y el espacio infinito son inagotables de lo nuevo. La senilidad llega a través de mirar hacia atrás y vivir en el pasado.
Tú no tienes nada que ver con la persona que eras hace un año, salvo por el beneficio de la experiencia de esa persona. Pero esa persona está muerta. El “Tú” de hoy es otro y un nuevo individuo. El ” Tú” del año próximo será aún otro y otro más nuevo.
“Cada día muero”, dice Pablo. Con lo cual se infiere que el pensamiento de ayer fue sacado y echado fuera como un vestido viejo. En su lugar está el más reciente.
Cuando nuestros espíritus están creciendo saludablemente, limpiamos nuestra mente al final de cada día – esa parte está muerta; y entonces despertamos a un nuevo día con un nuevo pensamiento… porque hoy somos una nueva persona.
Prentice Mulford / Traducción y Adaptación de Marcela Allen.
