El Talento de Ser Tú Mismo

Recientemente, escuché a una psicóloga hablar sobre una terapia efectiva para elevar la autoestima, un tema que captura profundamente mi interés. Ella sugería enfocarse en aquello que nos gusta y en lo que somos “relativamente” buenos, para luego llevar esa habilidad al siguiente nivel. La idea era sencilla: si disfrutas cocinar, podrías aspirar a preparar el pollo asado más delicioso, la mejor pizza o la torta más exquisita. O si te gusta colorear, quizás aprender a pintar un cuadro.

La idea me pareció maravillosa; sin embargo, me enfrenté a un obstáculo significativo: no soy “relativamente” buena en nada. En la cocina, mi talento brilla por su ausencia; el deporte y yo vivimos en universos paralelos; y en cuanto al arte, mejor ni hablar, mi habilidad artística es inexistente. En pocas palabras, parece que llegué tarde a la repartición de talentos; claramente, no quedaba ninguno para mí.

Después de unos minutos de autocompasión, tuve una revelación. Tal vez he estado mirando la situación desde una perspectiva equivocada. Siempre me he visto como alguien del montón, sin ninguna habilidad sobresaliente. Pero, ¿qué tal si ser una persona corriente, sin un talento evidente, fuese en realidad el talento más singular de todos?

Al combinar mi falta de talento, mi introversión crónica y mi naturaleza ermitaña, descubrí un talento único: la capacidad de sobrevivir y encontrar felicidad en un mundo donde todos parecen tener un talento y donde la extroversión se celebra. En efecto, ¡es un superpoder! Para aquellos que se identifiquen con estas habilidades, es hora de ponernos de pie y sentirnos orgullosos. Encontrar la felicidad con estos “talentos” no es tarea fácil.

En un mundo donde los extrovertidos acaparan los reflectores y nuestras voces quedan ahogadas en el bullicio, encontrar nuestro lugar es un arte. Cuando el simple acto de salir de casa se convierte en una odisea porque implica una serie de interacciones sociales —cuando en realidad preferiríamos quedarnos envueltos en nuestros propios pensamientos—, muestra nuestra capacidad de adaptación y resistencia. ¡Eso es talento puro!

Es un hecho poco comprendido que, para quienes somos introvertidos, la soledad no es solo agradable, sino esencial. Nos recarga y nos renueva. A pesar de esto, a menudo nos encontramos navegando por un mar de conversaciones superficiales que, para ser honestos, nos pueden dejar totalmente agotados. Mantenemos la sonrisa y asentimos, mientras internamente contamos los minutos para volver a nuestro refugio de paz. Esa habilidad para mantener la cordialidad, incluso cuando deseamos estar en otro lugar, es nada menos que una proeza.

Dominar el arte de ser feliz en un mundo que parece diseñado para quienes hablan más fuerte y hacen más ruido, justo lo contrario a nuestra naturaleza, no es solo una habilidad, es pura maestría.

Ahora, mi autoestima se eleva más allá de las nubes, porque he llegado a ser experta en algo inmensamente valioso: ser yo misma. Y eso, queridos amigos, es realmente extraordinario.

Por Marcela Allen Herrera. Experta en Mindfulness y Filosofía del Nuevo Pensamiento.

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