Por Annie Rix Militz
¿Quién eres tú? “Conócete a ti mismo” siempre ha sido el inspirado mandato. Todo sabio ha expresado este pensamiento de alguna manera: “Si el individuo solo se estudiara a sí mismo y se conociera a sí mismo, entonces sabría todas las cosas, nada sería desconocido para él”.
Esto es verdad. Si el individuo conoce el verdadero Ser de él, entonces debe conocer a Dios, porque el verdadero Ser es uno con Dios.
Moisés habló de la unidad de Dios con el hombre, como hecho a imagen y semejanza de Dios. Jesús habló de la unidad de Dios con el hombre, como el Hijo siendo uno con el Padre. “Yo y el Padre somos uno”.
Dios es la Mente Divina. El hombre es su idea. Dios crea o piensa el hombre. Dios piensa sobre sí mismo, se imagina a sí mismo, dice la palabra “Yo Soy”. El hombre es esa palabra.
Tú eres el pensamiento de Dios, la idea de la Mente Divina. Tú no tienes existencia aparte de Dios. La Mente perfecta nunca pierde ni uno de sus pensamientos; así que tú, el pensamiento de Dios, no puedes perderte de su mente. “En él vivimos, nos movemos y tenemos nuestro ser”.
El pensamiento es siempre como el pensador, por lo tanto, las Escrituras dicen que el hombre, quien es el pensamiento, es como Dios, quien es el pensador.
Por lo tanto, esta es la verdad que debes hablar por ti mismo y reconocer que es verdad: Ya que Dios es salud, yo, que soy la imagen de Dios, debo ser sano, no enfermo. Es verdad que yo soy, en realidad, fuerte y sano.
Ya que Dios es Espíritu, yo soy Espíritu. Yo soy, en realidad, espiritual, inmortal, saludable y armonioso.
Yo soy Divino, no mortal; Yo soy santo, no pecaminoso; Yo soy sabio, no ignorante, porque Dios es Todo, y fuera de él no hay nada más.
La idea de Dios es una con Dios. Ya que Dios es Todo en el universo, solo está Dios, solo Dios y su Idea – su Hijo – y esa Idea es Dios.
Ya que Dios es todo, solo está Dios para pensar sobre Dios. “Esta es la vida eterna, para que te conozcan a ti, el único Dios verdadero [el Padre] ya Jesucristo [Hombre, el Hijo] a quien has enviado”.
El verdadero Ser tuyo es el Cristo, uno con el Padre. Tú no eres un ser mortal, enfermizo, débil y necio, como piensas que eres. En realidad, tú eres todo lo que es eternamente divino y perfecto. Esta es la verdad sobre ti.
PRÁCTICA
No es suficiente solo escuchar estas enseñanzas, deben ser practicadas. Estas verdades deben ser usadas para que se demuestre que son buenas y beneficiosas. Sabemos esto con la música, uno no será competente si solo escucha las teorías, pero no las aplica. Así es con la vida. Debemos vivir sus principios todos los días – cada hora, cada momento teniendo un buen pensamiento, algún pensamiento Divino.
Si uno escucha atentamente y obedientemente estas lecciones, y luego las practica todo lo que pueda, ha construido su casa sobre roca, y no importa cómo pueda ser asaltado por una enfermedad o un problema, no puede aferrarse a él, porque él se levantará, y cuanto más la tormenta golpee su casa, más seguro se sentirá dentro.
Pero el que escucha, aunque esté muy atento y satisfecho con la doctrina, pero no la practica, puede saber por qué algunos problemas le parecen demasiado difíciles, y la enfermedad y el desastre lo atormentan.
Debemos construir sobre roca mediante la práctica continua de la Palabra. Jesús llamó a esto “orar siempre”.
Ahora sostén esta afirmación en tu mente, repitiéndola en silencio con frecuencia: Solo el Bien es verdadero.
Copia lo siguiente y repítelo mentalmente cada noche y cada mañana:
Dios es Salud, Vida, Amor, Verdad, Sustancia, Inteligencia. Dios es Todo.
Dios es Omnipresencia, Omnipotencia y Omnisciencia.
Yo soy el pensamiento de Dios, la idea de la Mente Divina. En Él yo vivo, me muevo y tengo mi ser.
Yo soy espiritual, armonioso, valiente y libre.
Yo estoy gobernado por la ley de Dios, el Bien eterno, y no estoy sujeto a la ley del pecado, la enfermedad y la muerte.
Yo conozco la Verdad, y la Verdad me libera del mal en todas sus formas y de todas las ataduras materiales, ahora y para siempre.
Dios trabaja a través de mí para querer y hacer lo que debe ser hecho por mí.
Yo soy feliz. Yo soy santo. Yo soy amoroso. Yo soy sabio.
Yo y el Padre somos uno.
Amén.
Annie Rix Militz (1904) – Traducción y Edición de Marcela Allen Herrera