Nuestra mente está muy activa todo el tiempo. Los pensamientos no cesan de llegar, parecen dispersos y se presentan al azar uno tras otro, llenando nuestras horas con arrepentimientos del ayer, añoranzas de un pasado que ya no existe o preocupaciones de un futuro que aún no llega. Lo cierto es que nos llevan muy lejos de lo único importante y real, el momento presente.
La mayor parte del tiempo realizamos nuestras actividades sin estar consciente de lo que está sucediendo, ¿Cuántas veces hemos caminado sin observar lo que pasa a nuestro alrededor y hemos llegado a nuestro destino casi sin darnos cuenta de cómo lo hicimos? No podemos disfrutar del trayecto porque nuestra mente esta muy ocupada enfocándose en algo que no existe: ya sea un recuerdo o planificando un hecho futuro. Vivimos completamente dormidos y ausentes de lo que está sucediendo ahora, lo que nos hace incapaces de disfrutar realmente un solo momento de nuestra vida.
Según el Sutra de la atención mental, que es el discurso dado por Buddha a los monjes, les señalaba que “Cuando un monje camina, sabe: “Estoy caminando”; cuando permanece de pie, sabe: “Estoy de pie”; cuando está sentado sabe: “Estoy sentado”; cuando se acuesta sabe: “Estoy acostado”; y también tiene consciencia de cualquier otra posición del cuerpo”.
Parece lógico, pero si lo analizas con detención, verás que muchas veces nuestra mente es llevada como una hoja al viento de aquí para allá y no nos deja ser conscientes de nuestras propias acciones, no nos damos cuenta si estamos caminando, cocinando o comiendo, todo sucede mecánicamente.
Si aprendiéramos a vivir totalmente en el momento presente, la mitad de nuestros problemas desaparecerían porque muchos de ellos son en base a recuerdos o suposiciones que solo están en la imaginación; al enfocarnos en el presente no dejaríamos lugar para entretener pensamientos que nos atormentan y con ello nuestro futuro mejoraría automáticamente porque este se va moldeando en base a los sentimientos predominantes que tenemos.
También disfrutaríamos la vida de una manera mucho más profunda, descubriendo la magia de cada instante, nuestra energía aumentaría al enfocarnos solamente en un punto, dejando de lado las dualidades, es decir: al estar en nuestra casa no estaríamos pensando en el trabajo, lo que nos permitiría disfrutar plenamente con nuestra familia, conscientes y enfocados solamente en ese momento. En definitiva seriamos más felices y tendríamos más paz.
Mantener la atención en el presente parece fácil pero muchas veces no es tan simple, conseguirlo requiere de voluntad y disciplina. Lo primero es comenzar a crear el habito de llevar la mente al presente, cuando te des cuenta que tus pensamientos giran en torno a un hecho pasado o anticipándose al futuro, tal como dice el Sutra de la atención mental, hazte consciente de lo que estás haciendo en ese momento, luego observa a tu alrededor y fíjate en todos los detalles.
Observa también lo que sucede en tu interior y enfocate en la respiración. La respiración es un método muy bueno para mantener la conciencia, puedes seguir el método de contar sugerido por el famoso monje budista Thich Naht Hanh: “Al inspirar cuenta mentalmente uno, al exhalar cuenta mentalmente uno. Inspira y cuenta hasta dos, exhala y cuenta hasta dos. Sigue contando hasta llegar a diez. Si la mente se pierde, vuelve a comenzar.
Si aprendemos a mantenernos en el momento presente estaremos realmente viviendo la vida. “El lugar es Aquí y el tiempo es Ahora”
Marcela Allen