¿Vives para ser feliz? ¿Qué haces para ser feliz?
¿Vistes por encima de tus posibilidades; te tomas más “días libres” de los que puedes permitirte; compras más cosas de las que necesitas o puedes usar? ¿Comes y bebes solo por el placer del paladar y para disfrutar del momento, sin pensar en lo que nutre o en lo que obstruye el sistema y produce enfermedades?
Tal vez digas que necesitas todas tus fuerzas y tu tiempo para cubrir las simples “necesidades de la vida”, y que eres infeliz por ello. Pero, ¿cuáles son las necesidades de la vida?
Si te dejaran en una isla desierta, con abundante agua, cereales y fruta, miel y frutos secos, te sorprendería descubrir lo poco que se necesita para nutrir el cuerpo y mantener una buena salud. No nos gustaría vivir como lo haríamos si nos viéramos obligados a habitar en una isla desierta, pero eso no quiere decir que los lujos que nos permitimos sean “necesidades vitales”.
Así pues, al reflexionar sobre tu vida, sus dificultades y obligaciones, no eches la culpa a las “necesidades de la vida” cuando descubras que estás empleando todo tu tiempo, dinero y esfuerzo en simplemente vivir. En realidad, te estás agotando a ti mismo por seguir normas establecidas por otros. Esto nunca puede producir felicidad.
Si te desgastas en la lucha por comprar un automóvil y mantenerlo, porque tus vecinos tienen este lujo, y no porque tus ingresos y posición hacen del automóvil una posesión adecuada, nunca alcanzarás la felicidad. La felicidad en las cosas materiales solo llega al tener lo que realmente necesitamos, cuando realmente lo necesitamos y cuando realmente podemos permitírnoslo.
La felicidad viene de dentro de la mente, nunca de fuera. Es una afirmación muy, muy antigua, pero eternamente cierta. La felicidad proviene del respeto a uno mismo, y el respeto a uno mismo proviene del conocimiento de que vivimos dentro de nuestras posibilidades, de que no debemos a nadie dinero que no podamos pagar con el tiempo, de que somos capaces de disfrutar de los cambios de estación, sin endeudarnos para mantener una variedad de casas caras en centros turísticos de moda, y de que somos capaces de encontrar placer en pasear cuando no podemos andar en auto, y en seguir trabajando cuando no podemos tomarnos vacaciones.
La felicidad reside en la conciencia del privilegio de la vida. Hasta que no te des cuenta, más allá de las consideraciones materiales, de lo privilegiada que es la vida, no podrás ser feliz.
Revisa una docena de los nombres más conocidos de personas extremadamente ricas en América, y verás los desagradables escándalos y lamentables situaciones domésticas que han estado asociadas con algún miembro de casi todas estas familias. Entonces podrás razonar cuán poco tiene que ver la riqueza con la verdadera felicidad.
La felicidad debe descansar en el carácter, y la formación del carácter está en poder hasta de la persona más pobre de la tierra. Construye tú mismo una espléndida mansión mental; entonces, vivas en un piso o en una mansión, en una tienda de campaña en la llanura, en un apartamento en la ciudad o en una cabaña junto al mar, conocerás el secreto de la felicidad. Y el mundo está lleno de literatura del “nuevo pensamiento”, que es una buena base para la felicidad. Lee, piensa, vive correctamente y la felicidad llegará.
Ella Wheeler Wilcox, “Nuevo Pensamiento y Sentido Común”, 1908